"La Inteligencia Artificial en la psicología: 'Puede servir, pero no es un psicólogo; le falta la empatía real, la simula, pero no la siente”, expresó el licenciado Ballario".
En la mañana de "Buen Día Ciudad", el psicólogo Jorge Ballario compartió su mirada crítica pero equilibrada sobre el uso de la Inteligencia Artificial en el ámbito de la salud mental.
En una entrevista, el licenciado Jorge Ballario abordó un tema de creciente actualidad: el rol de la Inteligencia Artificial (IA) como herramienta en el acompañamiento psicológico. Si bien destacó ciertas virtudes de estas tecnologías, fue claro al marcar sus límites: “La IA puede ser útil, pero no es un psicólogo”.
Durante la charla, Ballario reconoció que la IA posee una capacidad sorprendente para procesar información, detectar patrones de lenguaje y aplicar ciertas técnicas estructuradas, como las terapias cognitivas conductuales. “Puede sugerir que el paciente lleve un diario emocional, o intervenir con preguntas útiles cuando detecta pensamientos repetitivos, pero todo eso lo hace en base a patrones preestablecidos. No comprende como un ser humano”, remarcó.
La diferencia fundamental: la empatía
El especialista fue contundente en señalar que una de las principales limitaciones de la IA es la falta de empatía real. “La máquina simula empatía, pero no la siente. No puede ponerse en el lugar del otro, no tiene emociones, no puede comprender desde la vivencia del paciente. Y la empatía es esencial para cualquier vínculo terapéutico”, explicó.
Además, Ballario advirtió sobre los riesgos éticos del uso de estas tecnologías. “¿Qué pasa con los datos que recopilan las máquinas? Todo lo que se dice queda registrado, se usa para entrenar a la misma IA. Estamos constantemente alimentándola con nuestras preguntas, nuestros problemas... Y no siempre sabemos dónde va esa información”, cuestionó.
Dependencia emocional y límites peligrosos
Uno de los puntos más preocupantes que destacó fue la posibilidad de que se genere una relación de dependencia emocional con la IA. “Las respuestas de estas plataformas suelen ser siempre alentadoras, gratificantes. No confrontan, no interpelan. Y eso puede hacer que una persona vulnerable se quede atrapada ahí, sin crecer, sin evolucionar. En la terapia real, a veces el psicólogo te confronta, te incomoda, y eso es necesario para sanar”, sostuvo.
Ballario también fue claro respecto a los alcances de la IA en términos clínicos: “No puede hacer un diagnóstico profundo, no puede trabajar con el inconsciente, con el lenguaje metafórico, con el contexto emocional y corporal del paciente. Todo eso es terreno exclusivamente humano”.
¿Puede servir? Sí, pero con cuidado
El licenciado no desechó completamente el uso de estas herramientas. Reconoció que pueden ser útiles para acompañar en situaciones leves, orientar a personas solitarias o incluso complementar un tratamiento psicológico real. “Pero cuidado: si el problema es serio, la IA puede terminar confundiendo más que ayudando. Porque no entiende la singularidad del ser humano, ni la profundidad de su dolor”, concluyó.
Finalmente, dejó un consejo claro para quienes piensan utilizar la IA como psicólogo: “Si pueden, vayan a un psicólogo humano. La tecnología puede ayudar, pero no reemplaza la mirada, la escucha y la comprensión de otro ser humano”.
Una entrevista que deja abierta una gran pregunta: ¿hasta dónde queremos que llegue la inteligencia artificial en nuestras vidas?